jueves, 13 de julio de 2017

De mujeres a mujeres

Por fin llegó el momento de iniciar la gira de espectáculos en refugios para las mujeres que han sufrido violencia de género. Los refugios son lugares secretos, cuya ubicación sólo conoce la gente de la organización, donde estas mujeres que han sufrido experiencias terribles, permanecen algunos meses hasta que se recuperan psicológicamente y pueden retomar el control de su vida. 

Durante el viaje en taxi compartimos nuestros miedos y dudas, nos preguntamos: ¿Cómo estarán las mujeres?, ¿cómo reaccionarán al espectáculo?, ¿Les gustara vernos?, ¿Les ayudaremos a sentirse mejor?. Realmente no somos capaces de imaginar como deben ser los refugios ni lo que encontraremos allí.

El taxista para el motor junto una verja alta y nos dice que él debe esperar fuera. La puerta se abre y una mujer nos guía por unas escaleras que bajan hasta llegar a un pasillo de paredes blancas con ventanas a mas de 3 metros de altura. El lugar da la impresión de ser un búnker o una cárcel. La directora del refugio nos recibe con cariño y nos muestra el lugar de la actuación, es una habitación pequeña y claustrofóbica. Las fuerzas nos flaquean, pero entre visitas al baño y ganas de salir huyendo conseguimos cambiarnos y animarnos unas a otras.

Escuchamos a las mujeres y niños entrando en la sala y asomamos la cabeza desde el vestuario para establecer una primera conexión. Algunos niños corren asustados al vernos, y por eso decidimos actuar sin nariz y comenzar con suavidad, escuchando lo que ellas necesitan, para que se sientan cómodas. Al iniciar el show miramos a las mujeres y podemos sentir su dolor, su desesperanza, su miedo. En el primer número, Vicky trata de seguirnos en una coreografía tonta, pero no deja de tropezar y empujarnos. Al verla, algunas mujeres comienzan a sonreír. Después hacemos un concierto de bocinas con el público y percibimos como su tensión se va relajando. A medida que el show avanza la expresión de las mujeres cambia completamente y las vemos emocionarse, vibrar y finalmente reír a carcajadas. Por último, hacemos una fiesta con música y nos enseñamos bailes unas a otras. Todas estamos juntas, formando un círculo de mujeres que disfrutan de su mutua compañía mientras los niños juegan entre nosotras. Cuando la última canción termina, ya no se distingue quien actúa y quien vive en el refugio, hoy todas somos mujeres que a través del humor y el amor recuperamos la dignidad y la alegría de vivir.

Al irse las mujeres de la habitación, el río de emociones que ha ido creciendo en nuestro interior se desborda y empezamos a llorar. No podemos sentirnos más alegres y agradecidas que en este momento, recordando la sonrisa que brillaba en los ojos de esas mujeres y niños que han sufrido mucho más de lo que nadie merece. Lo que hoy hemos vivido es la experiencia más bonita que una payasa puede desear, y esperamos que muchas compañeras tengan la fortuna de continuar este bello trabajo en el futuro.

"Hoy todas somos mujeres que a través del humor y el amor recuperamos la dignidad y la alegría de vivir."


Fotografías cedidas por la contraparte ABAAD








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