martes, 6 de febrero de 2018

Sonrisas contra la guerra

Son las 6. Desde ayer están bombardeando Siria y nosotros desde el otro lado de la montaña, armados con nuestras narices vamos día tras día a campos de refugiados y escuelas. Parece que los niños nos esperan, como si ya supiesen que íbamos a volver. Corren detrás del coche que nos lleva, llamando a sus amigos para juntarse a la fiesta. Una fiesta que durará unos 50 minutos, en la que el público y nuestra familia *Yalla nos damos mutuamente la bienvenida con una canción que sigue sonando desde la última expedición, **Sadik Kamal. 

El paisaje del espectáculo se va reflejando en los ojos de los niños, ojos que han sido testigos de vivencias duras... Escuchamos risas, vemos manos levantadas, impacientes de ser parte del espectáculo. Poco a poco se reduce el círculo hasta que al final se nos comen a besos, abrazos, ***habibi habibi... Ya no hay fronteras.

Y para nuestra sorpresa, llegando al hotel, nos damos cuenta que la fiesta aún no ha terminado: los niños de la calle que venden servilletas que cuando llegamos nos pedían dinero, ahora vienen a saludarnos utilizando las mismas palabras que hemos usado durante el espectáculo, ****seher, seher, asegurándonos que la magia continúa...

*vamos
**el amigo Kamal
***mi amor, mi amor
****magia, magia

















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